Ars-Vita Títeres: Nuestra Historia y Cómo Construimos la Utopía
Nuestros Inicios en Pachuca de Soto
Oficialmente nuestro grupo nace en el ‘96 pero queremos platicar de un poco antes; en los años 90´s en Pachuca de Soto (pequeña ciudad capital del estado de Hidalgo que por su cercanía a Ciudad de México, así como a Querétaro, se utilizaba de dormitorio y ciudad de estudiantes), debido al escaso presupuesto para el pago de espectáculos por parte del gobierno, los grupos que existían, más de 15, en el estado y de diversos municipios como Real del Monte, Tulancingo, Actopan, Ixmiquilpan, Progreso, Mixquiahuala y Tepeapulco por citar algunos; realizaban sus puestas en escena por hobby, aunque con muchas ganas y talento. En ese tiempo (en los tiempos sin FB) había muchos vasos comunicantes entre los grupos, la comunidad artística se reunía de manera frecuente, compartían conocimiento, así como miembros del equipo creativo.
La Creación de Ars-Vita
Nos reuníamos con cualquier pretexto en cualquier casa o evento para socializar nuestros éxitos y fracasos, en esas condiciones y antes de que fuéramos oficialmente “Ars-Vita”, nos concentramos un grupo de amigos artistas (escénicos, visuales y músicos) para construir “Detrás de una Margarita” montaje interdisciplinario para niños pequeños en donde se reunían el teatro convencional con la música, clown, máscaras, danza, títeres habitables (botargas), títeres “bocones” y títeres planos.
Ya en el ‘96, citados más amigos artistas en el barrio “la Surtidora” a una cuadra del ex convento de San Francisco en el corazón de Pachuca, le pusimos de nombre al grupo, “Arte Vivo” en latín “Ars-Vita” convencidos de lo poderoso e incontenible que sucede cuando la ficción interrumpe en el aquí y ahora.
Nuestro Primer Espectáculo: El Sueño del Ángel
Una vez que existimos (para muchas culturas originarias lo que no tiene nombre no existe), montamos “El Sueño del Ángel” espectáculo de “Teatro de Objetos”; en ese momento no sabíamos su nombre o siquiera que existía, sin embargo todos los elementos sobre el escenario objetaban, un cirio que su llama convencional crecía hasta los 2 metros , un reloj de pie que reiniciaba su marcha un vez resuelto el conflicto, un ángel de 3 metros que atravesaba la pared y volaba por el escenario con sus colosales alas motorizadas y al final del espectáculo se reducía de tamaño hasta 1.5 metros de altura, todo acompañado de una iluminación espectacular.
La Leyenda de los Soles: Nuestra Aventura en el Teatro Negro
Durante el ‘97 obtuvimos una beca para crear “La Leyenda de los Soles” espectáculo para adolescentes y adultos con más de 70 títeres en escena, cuatro animadores y música en vivo, empleando diversos sistemas de animación para teatro de luz ultra violeta (teatro negro) así como teatro de sombras gracias a que en esa época los mecenazgos o estímulos para la creación del FOECAH eran equivalentes a 1500 dólares mensuales, cantidad suficiente para construir un buen producto artístico estudiando y despilfarrando material en un laboratorio de un año, que en nuestro caso fue fundamental dado que en esa época nuestra experiencia en títeres era muy escasa, ya que estaba muy difícil estudiar las artes titiriteras, ¡aunque no se crea!
Nuestro Viaje en el Mundo de los Títeres
Era prácticamente impensable tomar un curso de teatro de guante (guiñol), mucho menos de títeres de hilo (marionetas) y sus crucetas o cómo hilarlas, y de los títeres de varilla ni siquiera se conocían sus variantes: los “Pupis” o “Peleles”, o los de varilla posterior, o acaso los de varilla larga; todo lo que conocimos venía de una colección de libros de Guillermo Murray, de la televisión y un poco de lo que nuestro director fundador Jorge Vega había aprendido al tomar un taller en 1987 con “Libertablas” y conociendo los trabajos de Lourdes Aguilera, Carlos Converso, Mireya Cueto, además de las visitas al Museo Nacional del Títere (MUNATI) en Huamantla y de trabajar todo el año del ‘92 con el extraordinario maestro Coco Barraza haciendo “Los Sueños de Cristobalillo”; un espectáculo musical de gran formato en teatro negro en el que había aprendido a tallar hule espuma y su maquillado con aerógrafo y pinturas cartel en colores fluorescentes.
Nuestra Misión: Crear una Empresa de Teatro Profesional
Con apenas estas nociones nace la compañía que, aunque joven, o tal vez por joven, pretendía ser la primera empresa hidalguense profesional de teatro con especialidad en títeres pagando un poco más de 80 dólares por función a cada colaborador. Objetivo que cumplimos más o menos de manera constante durante los siguientes 10 años, dedicándonos desde entonces exclusivamente a trabajar en nuestra utopía.
Nuestra Mudanza a Cuautepec y la Creación de Nuestro Taller/Laboratorio
En 1998, optamos por un autoexilio creativo y estratégico al trasladarnos a 60 km hasta Cuautepec, eligiendo deliberadamente este pueblo, cercano a Tulancingo y Tepeapulco y a los estados de Puebla, Veracruz, Tlaxcala y el Estado de México ("Edomex"). Esta decisión nos situó en la cuna de Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, en el corazón de Mesoamérica, donde establecimos formalmente nuestro taller/laboratorio. Este lugar no solo se convirtió en nuestro espacio de creación y experimentación sino también en un símbolo de nuestra determinación de vivir y trabajar en la periferia, lejos de los centros tradicionales de poder y cultura.
Desde el inicio, nuestro objetivo fue claro: construir nuestra visión desde este autoexilio, aprovechando la posición única de Cuautepec para desarrollar un arte que hablara tanto a nivel local como global. Con el tiempo, ampliamos nuestro proyecto para incluir una residencia artística, acogiendo a artistas hispanohablantes de diversas partes del mundo interesados en compartir experiencias y explorar nuevas formas de expresión lejos de sus contextos originales.
Este autoexilio no fue un acto de renuncia, sino una afirmación de libertad y autonomía. Nos permitió crear un espacio donde la creatividad no conoce límites y donde el arte de los títeres puede evolucionar libremente, sin las restricciones impuestas por las normativas culturales dominantes. En este entorno, alejados de las expectativas comerciales y artísticas convencionales, hemos podido experimentar, innovar y, sobre todo, mantenernos fieles a nuestros principios y a nuestra pasión por cambiar el mundo a través del arte.
Nuestro taller/laboratorio y residencia artística en Cuautepec han sido fundamentales en la formación de una comunidad vibrante y diversa, donde el intercambio cultural y la colaboración creativa son la norma. Aquí, en este rincón de Hidalgo, hemos encontrado la fuerza y la inspiración para seguir adelante, redefiniendo constantemente lo que significa el arte de los títeres en el siglo XXI y cómo este puede servir como vehículo para el diálogo, la reflexión y el cambio social.
Al elegir la periferia como nuestro lugar de trabajo y vida, no solo nos hemos autoexiliado de los centros tradicionales de arte y cultura, sino que también hemos reafirmado nuestro compromiso con la creación de un arte accesible, inclusivo y significativo. Desde esta base, continuamos nuestro viaje, inspirados por la riqueza cultural y la diversidad que nos rodea, comprometidos con la creación de un legado duradero que trascienda las barreras geográficas y culturales.